Hoy confesé el por qué de los saltos tan estrepitosos de mi corazón: Era solo su presencia que al hacer contacto con mi piel, mi cerebro enviaba ordenes al corazón de confesar lo que él sentía cuando su figuraba la divisaba entre la niebla.
En el sendero de un parque también balbució algo sobre un "te quiero", pero al escuchar como respuesta primera un "¿perdón?" se entristece y no vuelve a mencionar el tema.
Pero una vez él se despedía en el umbral de su puerta, con un miedo incontrolable y una timidez de campeonato, le dijo una vez más: Te quiero.
A lo que la otra persona le contesto: "Yo también te quiero".
Una sonrisa y un beso concluyeron el momento feliz del día. Ahora que sonó el despertador y comienza el día va con más predisposición a confesar su amor.
Un te quiero.
viernes, 8 de mayo de 2009
Publicado por
Stukral
en
22:44
Etiquetas: Un te quiero
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario