domingo, 21 de junio de 2009


¿Has pensado alguna vez en la idea de la desilusión? Creo que es bastante común en estos días, sin embargo, todos nos sorprendemos cuando esta, de una u otra forma, se manifiesta como un maremoto.
Desilusión: palabra que identifica la sensación de aletargamiento póstumo después de una acción inesperada y abrupta, que destruye esquemas y cánones idealizados al máximo.
Esta palabra se presenta en muchos contextos de la vida; se habla de desilusión amorosa, desilusión ante la vida, desilusión ante tus padres, etc. Todo ser humano a manifestado una desilusión, pero ¿por qué siempre seguimos ilusionandonos y desequilibrandonos cuando doña palabra, produce la ruidosa tormenta eléctrica y sus vientos nos llevan a parajes desolados, inhabitables y recónditos?

Me acuerdo que una vez leí en un libro: "hay que aprender a no ilusionarse y no planear las cosas. El conejo nunca planea nada y aún así su vida es plena". Esa vez no entendí lo que quería decir aquella frase, pero ahora si sé que no se refería a una postura de ser pesimista o de ser una desabrida hoja de invierno la cual el viento lleva a donde se le de la gana y luego termina debajo del taco de una mujer apresurada por llegar a su trabajo; se trata de vivir sin ir a las máximas de los planes perfectos en un día y como un buen músico improvisar en cualquier tonalidad.

Hoy por hoy me sé dejar llevar por lo que siento y lo que pienso, pero muchas veces no mido las consecuencias de hablar. Es entonces cuando, con gutural voz, llamo a doña palabra y hace presencia en la vida de otros.

Mi intención no es ir causando daño, pero creo que un estilo de vida como el mío, no es llevadero cuando no hay gente que te entiende y que te trata de moldear, de tal forma que doña palabra no aparezca. Pero ¿Qué se puede hacer con los pobres ilusos que aún tratan de alcanzar al mundo que les describió Platón?

Un te quiero.

viernes, 8 de mayo de 2009


Hoy confesé el por qué de los saltos tan estrepitosos de mi corazón: Era solo su presencia que al hacer contacto con mi piel, mi cerebro enviaba ordenes al corazón de confesar lo que él sentía cuando su figuraba la divisaba entre la niebla.

En el sendero de un parque también balbució algo sobre un "te quiero", pero al escuchar como respuesta primera un "¿perdón?" se entristece y no vuelve a mencionar el tema.
Pero una vez él se despedía en el umbral de su puerta, con un miedo incontrolable y una timidez de campeonato, le dijo una vez más: Te quiero.
A lo que la otra persona le contesto: "Yo también te quiero".


Una sonrisa y un beso concluyeron el momento feliz del día. Ahora que sonó el despertador y comienza el día va con más predisposición a confesar su amor.

martes, 5 de mayo de 2009


Creo que no olvidaré este primero de Mayo que paso. Es raro, iba con unas intenciones y termine haciendo todo lo contrario a mis intenciones.
Y también me di cuenta de algo en mi: Me carga hablar o contar mis problemas, pero me encanta escuchar a la gente y que confíen en mi. Es una cosa como que me siento la madre Teresa, pero en versión masculina.
Creo que me gusta que me vean como un ser del cual no puedan dar una opinión o que quizás me gusta mantener mi intimidad en privado y solo compartirla conmigo. De cualquier modo creo que eso esta mal y me siento raro cuando le cuento mis problemas, mis existencialismo a otras personas, siento que no me entenderán o que tendrán miedo al descubrir la locura oculta dentro de mi, que se manifiesta a ratos, pero hay dos tipos de locura: la bufonesca y la racional, pero me explayaré sobre ese punto en otra ocasión, hoy solo me pregunto otra cosa: ¿habré estado bajo el dominio de una pasión ciega?
Siento que las cosas se dieron de la nada, que nació una rosa en un desierto, no por el hecho de que sea imposible o descabellado, sino que era algo que no estaba dentro de los planes, algo inesperado que me remeció mi equilibrio y mi percepción de la realidad.
Tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para retener ciertos sentimientos. La incertidumbre me mata y a la vez me debilita, pero también inserta cierto temor que me impide tocar el tema o hablar profundamente.

Mente: No te hagas el idiota y contesta a la pregunta que zumba en tu cabeza.

No es que no quiera responderla, sino que no quiero deambular por pasillos oscuros, tampoco quiero dar vuelta en círculos. Quiero caminar lento y tantear el terreno hasta que encuentre una luz que me guié a través de la oscuridad del sendero de la duda y así prevenir de no caer en un abismo. Me siento un poco atiborrado tratando de entender al mudo, tratando de entender la calidez de la llama de la vela, respirando su perfume.....

En fin, creo que fui esclavo de mi pasión ciega, y hasta ahora no me arrepiento, pero si hay que buscar pronto la salida del laberinto, pues no quiero perderme ni tampoco terminar respirando heces.

Carpe Diem quam minimum credula postero

domingo, 19 de abril de 2009

"Aprovecha el día, no confíes en mañana"

Suena interesante rezar la frase de memoria, ya sea en latín o en castellano, de cualquier modo se entiende la idea de hacer cualquier cosa y excusar los pecados capitales y religiosos, alegando seguir el tópico de vivir la vida que nos proponen los escritores de hace mucho siglos atrás.

De cualquier modo, no me siento culpable de nada ¡Soy inocente! Pero aún así el mundo da vueltas alrededor mío, y yo lo único que deseo es mostrarle todo lo que tengo en mi estomago de manera grotesca.

El W.C me mira compasivo diciendo: "Detesto mi función y tener que contener tus confesiones, peor entiendo el por qué lo haces, en tu lugar haría lo mismo, pero verás que si yo falto aquí, nadie podrá hacer sus necesidades"

Creo que lo abrace y seguí confesando, y confesando, aunque no di nombres, porque no me acuerdo de todos los tragos de la noche, pero si me acuerdo de uno que se me inyecto en las venas y comenzo a hacer que viera todo rojo, pero no de furia, sino un rojo pasional.
Aquella copa era deliciosa, pero fue la que me hizo quedar en este estado.
Curioso ¿no? un trago que no probaste te causo más amnesia, que todas las otras copas que ingeriste.
¿Será porque la tomaste, la bebiste o la disfrutaste?
No importa, al principio fue rico, pero ahora afirmate bien del baño, porque tienes mucho que confesar de toda una noche de locura, y valla que locura.

P.D: Acuerdame que después de descanzar, hacer una reservación en el hotel siquiatrico.