¿Has pensado alguna vez en la idea de la desilusión? Creo que es bastante común en estos días, sin embargo, todos nos sorprendemos cuando esta, de una u otra forma, se manifiesta como un maremoto.
Desilusión: palabra que identifica la sensación de aletargamiento póstumo después de una acción inesperada y abrupta, que destruye esquemas y cánones idealizados al máximo.
Esta palabra se presenta en muchos contextos de la vida; se habla de desilusión amorosa, desilusión ante la vida, desilusión ante tus padres, etc. Todo ser humano a manifestado una desilusión, pero ¿por qué siempre seguimos ilusionandonos y desequilibrandonos cuando doña palabra, produce la ruidosa tormenta eléctrica y sus vientos nos llevan a parajes desolados, inhabitables y recónditos?
Me acuerdo que una vez leí en un libro: "hay que aprender a no ilusionarse y no planear las cosas. El conejo nunca planea nada y aún así su vida es plena". Esa vez no entendí lo que quería decir aquella frase, pero ahora si sé que no se refería a una postura de ser pesimista o de ser una desabrida hoja de invierno la cual el viento lleva a donde se le de la gana y luego termina debajo del taco de una mujer apresurada por llegar a su trabajo; se trata de vivir sin ir a las máximas de los planes perfectos en un día y como un buen músico improvisar en cualquier tonalidad.
Hoy por hoy me sé dejar llevar por lo que siento y lo que pienso, pero muchas veces no mido las consecuencias de hablar. Es entonces cuando, con gutural voz, llamo a doña palabra y hace presencia en la vida de otros.
Mi intención no es ir causando daño, pero creo que un estilo de vida como el mío, no es llevadero cuando no hay gente que te entiende y que te trata de moldear, de tal forma que doña palabra no aparezca. Pero ¿Qué se puede hacer con los pobres ilusos que aún tratan de alcanzar al mundo que les describió Platón?
domingo, 21 de junio de 2009
Publicado por Stukral en 23:53 1 comentarios
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